El Trofeo
Quiero que hoy escuches mis palabras
sordas y azules como un día de gracia,
quiero que aprendas a entender esta canción.
Quiero que sepas que hoy no espero nada
más que llegar con vida hasta mañana,
es una pena esta distancia entre los dos.
No quiero gritos
ni besos falsos,
no quiero tu perdón.
La gente piensa que lo tengo todo
hombres, dinero y un jardín al fondo,
nadie sospecha de esta tibia soledad.
¿Cómo se explican estos sueños raros
que me sorprenden cada madrugada?
¿Cómo se explican estas lágrimas de cal?
y este desorden que ya no aguanto
y esta falta de fe?
Renuncio a ser un monumento
que no ría ni llore, sin aplausos,
renuncio a ser de oro y de piedra,
renuncio a los lugares privados de conquistas.
Esta poesía se arma de a pedazos
como la vida de cualquier persona,
no te aseguro que la pueda terminar.
Rostros y estampas sobre el cielorraso,
rastros de insomnio en un rincón del cuarto.
Quiero un instante de sublime claridad
y un terremoto y un par de alas
y un pasaje al color.
Renuncio a dar lo que no quiero
y a mirar con tus ojos y sin los míos.
Renuncio a ser la mensajera, el trofeo de lata,
la mejor de las golpeadas hembras,
golpeadas hembras, golpeadas hembras.