Yo, Que He Sido Tan Feliz
Perdido en su laberinto
sin este ni oeste, con su bisturí,
diseccionándose entero
da vueltas y vueltas sin poder salir.
Algún viajero de paso
le trae la noticia: ella viaja en la luz
y nunca pisa la tierra
parece preñada de un perro andaluz.
Él sigue mordiéndose las uñas
como cuando estabas tú,
siempre vigilado por un gato
que ya está triste y azul.
Entre la angustia y la asfixia
le dijo muy serio: no te puedo seguir,
párame el mundo y me bajo
no quiero migajas yo he sido feliz.
Ella mirando su ombligo
soñó que eso era la rosca sin fin.
No hay nada más excitante
que vivir fumando sobre un polvorín.
Él fue despidiéndose de todos
sin decir que se iba a ir,
toda la tristeza de sus ojos
anunciaba el porvenir.
No me encuentro los latidos
donde estuvo el corazón
no es seguro que esté vivo
ni que esté saliendo el sol.
Tengo todos los sentidos
y no sé si soy quien soy.
No hay dos medidas iguales
el azul del cielo no se puede medir.
No hay dos castigos iguales
cualquiera se rompe donde otro es feliz.
Cada uno carga sus penas
y a veces son buenas como agua en abril.
No hay más dolor que el que duele
y no se permite poder elegir.
Sé que no hay retorno del lugar
adonde yo me voy a ir.
No he de conformarme con migajas
yo, que he sido tan feliz.