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Mi restorán abierto en el camino
para ti, trashumante peregrino.
Comida limpia y varia
sin truco de especiosa culinaria.
Hete aquí este paisaje digestivo
recién pescado en linfas antillanas:
rabo de costa en caldo de mar vivo...
Palmeras al ciclón de las Antillas,
cañaveral horneado a fuego lento,
soufflé de platanales sobre el viento,
piñón de flamboyanes en su tinta...
o merienda playera
de uveros y manglares en salmuera
para dejar la gula regulada
al propio Saladín de la Ensalada.
Para tu simple propensión vegetariana
aquí está este racimo de bohíos
que a hombro de monte acogedor
reposa.
La casa luce habilidad maestra
creando inusitadas maravillas
de cosas naturales y sencillas.
Para los gustos ultrafinos,
unos pinos a la francesa.
Si a lo francés prefieres lo criollo,
toma sopón de embrujado condimento,
toma calalú maravilloso,
toma maíz estrellado y luminoso.
Toma sopa de Martinica, caldo fiero,
los huracanes soplan el brasero.
Tengo grandes setas cargadas
con vitamina eléctrica de rayo
que dan a quien su tónico acumula
la elemental potencia de la mula.
Tengo salsa de crepúsculo
y un divino potaje sustancioso.
Soberbios son los flanes
para los líricos gurmanes.