Ten cuidao migue
Total, que aquella noche los Mojinos decidimos tomarnos una copilla después del concierto para no variar, para no perder la costumbre más que nada, lo malo fue que el único garito que había abierto a esa hora tenía un gorila en la puerta que no nos iba a dejar entrar
Ese tío parecía que estaba subido en una silla de lo grande que era, y no nos dejó darle las buenas noches al hijo de su madre cuando nos dijo: "Aquí con zapatillas no se puede entrar, el otro día vino el del Canto el Loco y como traía zapatillas no lo dejé entrar"
Y entonces, hicimos lo que unos hombres ofendidos y enfadados hacen a las cuatro y media de la mañana cuando quieren tomarse un cubata: ¡ponernos de rodillas y suplicarle: ‘déjanos entrar, por favor… déjanos entrar’!
Y es que las cosas cuando se piden por favor, pues claro que entramos
¿No vamos a entrar?
¡Vivan los guardias de seguridad de las puertas de las discotecas! ¡Ole!
Una vez dentro el resto del grupo se fue para la barra para pedí una copa, aunque yo me quedé hipnotizado nada más que vi lo que vi, ¿y qué fue lo que vi? una shurria apoyada en una columna sola como la una aunque era tan alta como la una y cuarto, que digo yo, era como la una y veinte por lo menos, y que dos piernas tenia quillo, ¡tenía unas piernas tan largas que le llegaban al suelo!, un compás parecía la tía aquella con aquellas dos piernas ¡uy… oh, oh, oh!, que arte un compas, seguro que el novio estaba meando, porque ese espécimen de hembra humana era para tenerla por novia o era para casarse con ella en la iglesia en lo alto de un altar, que pedazo de tía, era como Superman pero en tía buena, era Super tía buena, aunque cuando me acerqué, mis colegas me empezaron a cantar con todo el cachondeo del mundo:
Ten cuidao Miguel, que eso no es una mujer
Ten cuidao Miguel, ¡¿no ves que tiene nuez?!
Ten cuidao Miguel, ¡que tiene muy grandes los pies!
Ten cuidao Miguel, ¡no te agaches que te va romper!
Me puse tan cerca de ella que podía oler el aroma del suavizante con el que lavaba las braguitas que llevaba puestas
¿Qué pasa, guapa?, ¿estudias o trabajas?, ¿qué hace una chica como tú en un lugar como este? ¿Quieres fuego, tienes hora, tienes novio y quién es él?, ¿en qué lugar se enamoro de ti? ¿a qué dedica el tiempo libre?
Perdóname guapetona, pero es que no se qué decirle a una obra de arte como tú, es que no estoy acostumbrado a hablar con los monumentos
¿Cómo te llamas?
A lo que ella me contestó: ¡Qué gracioso eres ricitos!, me llamo Manoli
Y entonces fue cuando mis colegas partiéndose nuevamente el culo me empezaron a cantar con todo el mamoneo del mundo:
Manoli, Manoli, Manoli, Manoli, Manoliii… ¡ella se llamaba Manoli!
¡Manoli, que nombre más bonito! me había enamorado como un quinceañero y no me estaba dando cuenta de lo que me estaba pasando, porque es verdad eso que dicen de que el amor es ciego, aunque menos mal que el amor no es sordo, porque nada más que esa mujer me dijo al oído que había estado haciendo la mili en la Legión, que usaba calzoncillos de naylón, y que se afeitaba con maquinillas de cinco hojas de duras que tenia las barbas, me desenamoré, se me rompió el amor de tanto usarlo
Menos mal que se me atascó la cerradura del armario en el momento en que estaba apuntito de salir
Y por eso le dije al resto del grupo: Pos mira hombre, ¡vamos a sacarle una canción a esta anécdota para inmortalizarla, vamos a hacerle un homenaje a esa hembra que no era tan hembra!
Ten cuidao Miguel, que eso no es una mujer
Ten cuidao Miguel, ¡¿no ves que tiene nuez?!
Ten cuidao Miguel, ¡que tiene muy grandes los pies!
Ten cuidao Miguel, ¡no te agaches que te va romper!
Ten cuidao Miguel, que eso no es una mujer
Ten cuidao Miguel, ¡seguro que la tienes más chica que él!
Ten cuidao Miguel, que eso no es una mujer
Ten cuidao Miguel, ¡que para el anuncio no nos van a coger!
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Queremos ser, queremos ser...