La Amanecida
Monte de soledad nos vamos bebiendo el día.
Y un andar por la tierra salobre de lágrimas perdidas.
Ya no puedo decir que el viento es pan de horizonte;
ni acercar la mañana a mi boca, labio carne de cobre.
Carne de mi canción palabras que van naciendo.
Voy al ser de mi tierra aceituna silbando como el viento.
Luz de un amanecer quiere florecer mi boca.
Mi piel suena en un parche reseco, canta sobre las hojas.
Voy tentando un aclarar sobre el vacío del sol.
Y esta zamba que canta y me nombra me llora entre las manos.
Y esta zamba que canta y me nombra tiene un grito en el final.