Mecha en la Tormenta
Aún queda pólvora en mis balas y un par de plumas en mi viejo par de alas,
nos queda el rastro de los años y una vida con un agujero en el motor.
No quedan huellas de la deriva de mis pasos ni otros mundos en el fondo de este vaso,
Ni aquél eco que dejaba el desengaño como el ritmo imperceptible de un temblor.
Llegan nanas para no dormir en la voz desafinada de los días hay nubes cargadas de jarros de agua fría y ansias nuevas para perseguir.
Aún quedan seises en los dados y gatos reinando en los tejados.
Aún queda mecha en la tormenta para prender la oscuridad.
En el filo escarpado de un instante y en el tiempo que nos quede por delante que nos pongan nuestros pecados en la cuenta, y beberemos de una misma soledad.
Las estrellas más brillantes en el cielo son las luces de las norias con su estela de señales contradictorias y el lento titubeo de su vuelo.
Un aliento aún no domesticado late bajo un cielo encapotado como luz en la tormenta como suspiros en la tempestad.
Elige ruta para no volver con principio y sin final.
A veces sale bien y muchas otras mal, seremos humo al desaparecer.